lunes, 3 de agosto de 2009

“En Brasil no nos gusta el castellano”


Santiago Nazarian se hizo conocido por sus novelas llenas de sexo y violencia. Afirma que en su país no interesa el español porque lo consideran un idioma muy “kitsch’.Al verlo, con su rostro de modelo y su sonrisa afable, uno no podría imaginar que es el escritor que se corta las cejas, los hombros y las manos para posar bañado en sangre en cada portada de su libro. Con esa manera elegante para expresarse – propia de una educación de clase–, resulta difícil pensar que es el autor de las historias de sexo más retorcidas que se han escrito en Latinoamérica en mucho tiempo. Y que es capaz de escribir, sin remordimientos, toda una novela donde el personaje principal se suicida, una y otra vez, al final de cada capítulo.

–Su madre es escritora. ¿Qué dice de sus libros?, le preguntamos. –Mi madre es poeta y, aunque se asusta, no me desaprueba. Yo vengo de una familia de artistas: mi padre es un conocido artista plástico en Brasil, mi hermana es claun, y mi hermano, músico. Pero cuando yo era adolescente, era como la oveja negra de la familia: el único que hablaba de ser “profesional’ en algo. Y me miraban como bicho raro. Entonces, estudié Publicidad. Me aburrí. Y empecé a viajar y escribir. Dejé de ser una oveja negra, comenta.

Santiago Nazarian ha tenido trabajos inusuales: barman en Londres, modelo de pasarela, actor en un documental, y escritor de horóscopos e historias de sexo para líneas eróticas. Un día postuló al concurso de literatura de la Fundación Conrado Wessel (FCW) de Brasil. Y ganó. A partir de allí publicó su primer libro, Ovidio.

–¿Por qué le deslumbra la violencia y el sexo?, continuamos el diálogo. – Son los temas recurrentes de mi generación. Me preocupa lo íntimo, lo introspectivo, y sobre cómo sobrevivir como individuo. Es mi manera de criticar a la sociedad, a la manera en que nos relacionamos, explica.

Santiago solo tiene 32 años, pero ya ha publicado cinco libros, de los cuales uno pronto se convertirá en película. Junto con Joao Paulo Cuenca, forma parte de Bogotá 39, el colectivo de jóvenes escritores latinoamericanos más destacados de la región. Pero dice que en su país el colectivo no interesa mucho. Que no tiene mucho reconocimiento. Y se lamenta de que, salvo en Brasil, nadie más lo pueda leer.

Le preguntamos por qué solo conocemos a un par de escritores de Brasil, como Jorge Amado y Lispector: –¿Por qué ese desinterés de América Latina por su literatura? Y responde: – Quizá porque, a la vez, Brasil es muy cerrado para entender al resto de América Latina. Debe ser por la barrera de la lengua. A los brasileños no les interesa el castellano. Es más, existe un estereotipo con respecto a este idioma: lo asociamos a una estética kitsch, con lo que se habla en las novelas mexicanas, por ejemplo. No nos damos cuenta de que al ser así, en realidad nosotros somos kitsch, pero preferimos proyectarlo sobre otros: sobre los que no entendemos. ¿Qué son los carnavales del Brasil si no una fiesta completamente kitsch? Definitivamente, es un problema de ignorancia.

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